“Los
números son las vísceras de la sociedad”, escribió Raúl Scalabrini Ortiz en su
libro “Política británica en el Río de la Plata”. Los números no mienten. Fríos y distantes, y con su radiografía
existencial que muchas veces molesta, son los encargados de reflejar con
claridad una situación. Es su precisión la que permite entender ciertos sucesos
y la mayoría de las veces traducen lo que muchos prefieren omitir. Pero, a
pesar de la desdicha de los que quieren evitarlos, siempre manifestarán la
realidad.
Es
lo que sucede con la violencia en el fútbol argentino. Son los números, con sus
impactantes cifras, los que reflejan un flagelo que se reproduce: 269 muertos
se registran en el fútbol argentino desde 1924, fecha del primer deceso
registrado; 168 de esas muertes se produjeron durante el mandato de Julio
Humberto Grondona en la Asociación del Fútbol Argentino, quien gobierna en la
sede de Viamonte 1366 desde el 6 de abril de 1979; alrededor del 50% del total
de fallecimientos ha tenido lugar desde el año 1990, época en la que se
consolidó el poder de las barras bravas; una de cada tres de esas muertes se
produjeron fuera de los estadios e incluso durante la semana y en lo que va del
2012 se han registrado once víctimas fatales.
Fútbol, violencia
S.A es
la consigna utilizada por la ONG Salvemos
al Fútbol para trazar la industria basada en el negocio del fútbol y todos
sus correlatos, entre ellos el incremento de la violencia en los estadios. Es
ése lema en el que mejor retrata a la problemática que se profundiza con el
correr de los años y en el documental realizado por Pablo Tesoriere, denominado
justamente Fútbol, violencia S.A, es
en donde se visibiliza claramente que detrás de la pasión popular que despierta
el fútbol se esconden fuertes intereses que atraviesan a diversos actores
sociales.
Mientras
el fútbol argentino se ve manchado e infectado por la violencia que perpetra el
negocio de los barras bravas sostenidos por las cúpulas directivas de las
instituciones futbolísticas, Mónica Nizzardo y el ex juez Mariano Berges, junto
a un importante número de voluntarios que colaboran con Salvemos al Fútbol, y Liliana García, presidenta de Familiares
Víctimas del Fútbol Argentino (FAVIFA) y madre de Daniel, un joven asesinado el
11 de julio de 1995 por barras de Morón y Tigre durante la Copa América de
Uruguay, crimen que continúa impune como tantos otros, luchan para erradicar la
impunidad, la corrupción y la violencia en el fútbol.
Un
oasis en medio de un perverso sistema que abarca políticos, funcionarios,
jueces, sindicalistas, policías, dirigentes de clubes y la propia AFA. Pero
mientras ellos apuestan por un cambio profundo en el sistema futbolístico
argentino, las políticas de Estado brillan por su ausencia.
“La
violencia en el fútbol tiene múltiples determinaciones e involucra a una
pluralidad de responsables e intereses. Pero no hay solución posible si se
pretende abordar la violencia en el fútbol únicamente como un problema
policial, sin tener en cuenta al resto de los factores involucrados”, manifestó
Nilda Garré, Ministra de Seguridad de la Nación. A la vez que aclaró que “algunos dirigentes perdieron capacidad de conducir sus
clubes. Otros, dirigentes y futbolistas también, se fotografían con los barras
de manera desafiante, mostrando la promiscuidad con esos violentos”.
A esta altura de las circunstancias está más que claro que,
salvo excepciones bien marcadas, en el fútbol argentino no hay dirigentes que
luchen contra la violencia en el fútbol. Con Julio Grondona a la cabeza, los
encargados de manejarlo miran hacia otro lado cuando de erradicar la violencia
se trata.
Pero también otros sectores actúan en complicidad con los
violentos. Los organismos de seguridad (Policía, COPROSEDE) y justicia no
actúan como corresponde. La impunidad sigue reinando. La nula actuación ante
los aprietes por parte de la barra de Independiente a su presidente Javier
Cantero y la absolución de Rafael Di Zeo, junto a otros catorce barras de Boca
Juniors, del juicio por asociación ilícita ponen de manifiesto la complicidad
con la que se actúa.
Puede leer la nota completa en la edición impresa
de revista Contragolpe de julio de 2012.
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