Las casas de barrio, de material, se
mezclan con las casas del barrio, ¿de no material?, y con los “campitos”. Las
calles siguen siendo de tierra a pesar del viento que las vuela. Al fondo se
visualizan los camiones, uno tras otro, sobre la ruta 8 y hacia el otro lado ni
aparecen los edificios céntricos. Allí, en el barrio Obrero, se inserta el
Centro Integrador Comunitario (CIC), en donde se realiza un trabajo territorial
que tiene al deporte, y en especial al fútbol, como una actividad más, pero con
ese plus que el juego da.
En ocasión de estas vacaciones de
invierno, la nº 5 no tuvo descanso y más de 40 jóvenes participaron de un
torneo de fútbol organizado desde el CIC. “Es para ofrecer a los chicos algo
acá. Que puedan hacer algo durante las vacaciones porque, si bien hay
espectáculos en el centro, no todos pueden pagar el viaje. Se ofrece la mayor
cantidad de actividades en las vacaciones para que puedan estar aprovechando y
pasando parte del tiempo acá”, explica Cynthia Lubary, integrante de la Mesa de
Gestión, espacio multisectorial e interinstitucional que debate, planifica y
organiza la vida del CIC (ver “CIC: pluralidad y autogestión”).
Este campeonato relámpago es el tercero
realizado desde el Centro y el segundo en las vacaciones invernales. “Ahora hay
equipos de otros lados. La otra vez fueron equipos de acá, del barrio. Se
re-prenden”, ilustra Alejandra Giupponi, también integrante de la Mesa de
Gestión. La cancha es de 5 jugadores y se ubica en el patio del Centro, al lado
del vivero cerrado. Las líneas están bien marcadas y las redes de los arcos
suenan como deben ante el roce de la pelota. Un “trapo” colgado del tejido
olímpico con la leyenda “CIC Río Cuarto. Mesa de Gestión” te sitúa y una
segunda pelota, en manos de Miguel Gil, organizador del fixture y jugador de
uno de los equipos, para cuando el fútbol vaya a la calle reanudar el encuentro
rápidamente.
Durante todo el año, las actividades
deportivas que se brindan provienen del programa de Fundemur que consta en
gimnasia para las chicas y fútbol para los chicos. Estos últimos son quienes
entre partido y partido de este torneo de invierno entran a la cancha mostrando
las ganas de jugar. El fixture manuscrito expone ocho equipos, en dos zonas, y
cruces de semifinales. Todos los partidos de 10 minutos.
Los bidones y jarras de agua no
discriminan equipos y pasan de manos en manos entre las decenas de chicos que
rodean el campo. Por ser vacaciones no se pudo gestionar un árbitro que en otra
ocasión facilitó Fundemur. Ahora, uno de los organizadores imparte justicia
entre ellos, quienes esperan que esta justicia sea mejor que la Justicia.
Como explicó Giupponi, los equipos para
ese soleado día no sólo son del barrio: La Casa del Sol, de Oncativo, se hizo
presente, además de los chicos del Ex-Matadero. En ambos lugares, el trabajo
territorial empezó posterior al del CIC, viendo en este una referencia, una luz
para decir “todavía se puede”. La escuela Quechalén también luce su equipo, al
igual que el propio secundario que funciona en el Centro, el vivero y la Mesa de
Gestión. Y por supuesto el Barrio Obrero con su formación. Equipos sin equipos:
sólo dos muestran una distinción con la indumentaria, camisetas del club
Almirante Brown en uno, pecheras amarillas en otro. Los otros se identifican
como si hubiesen vivido siempre en el mismo barrio, en las mismas calles.
El campeonato queda en manos de la
escuela Quechalén, pero resulta solo una anécdota en relación al momento de
sana diversión, de compañía que disfrutaron en una tarde soleada de invierno.
CIC: pluralidad y autogestión
Los
Centros Integradores Comunitarios se definen como “espacios
públicos de integración comunitaria, construidos en todo el país, para el
encuentro y la participación de diferentes actores que trabajan de modo
intersectorial y participativo con el objetivo de promover el desarrollo local
en pos de la inclusión social y del mejoramiento de la calidad de vida de las
comunidades”. Esta iniciativa surgió del ejecutivo nacional, precisamente del
ministerio de Desarrollo Social, por el año 2005 y en agosto de 2007 finalizó
la construcción del CIC en barrio Obrero, por parte de cinco cooperativas de la
ciudad. En un principio, la financiación estuvo a cargo de Nación para después
pasar a depender de la Municipalidad.
Puede leer la nota completa en la edición impresa
de revista Contragolpe de julio de 2012.
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