A pesar
de que a José Alfredo Duarte un grupo de militares sedientos de poder le
arrebataron tempranamente su vida, la crueldad no pudo desechar los valores que
desde siempre transmitió. La esencia de “Peco”, un trabajador comprometido
socialmente y fanático del deporte, continúa con vida porque a 36 años de su
desaparición es su hija Clarisa la encargada de reivindicar su memoria mientras
continúa la búsqueda para reencontrarse con su papá.
“Papá
déjame buscarte, guía mi camino // Yo cerraré mis ojos y comenzaré a andar //
Silba papá, canta una canción para que pueda escucharte // Comprende papá, hay
mucha oscuridad”.
Con estas palabras, que nacen del sentimiento profundo y la necesidad de búsqueda,
Clarisa Duarte utiliza la poesía como la manera más noble de conectarse junto a
su padre José Alfredo Duarte, secuestrado y desaparecido durante la última
dictadura militar.
“La dictadura me robó perversamente el
derecho a ser feliz porque siempre siento que me falta algo. Que ésa persona a
la cual amo no puede descansar en paz. Me falta su presencia y me causa dolor
imaginar su padecer. Todavía hoy espero encontrar su cuerpo porque también una
parte de mi está perdida, divagando por allí, esperando poder cerrar su
historia, aunque sé que las heridas jamás cerrarán”, dice Clarisa quien tenía
apenas un año de vida cuando las patotas militares secuestraron en la ciudad de
Córdoba a su papá.
El 1 de marzo de 1976 fue visto por última
vez. Pero antes de ese triste día, “Peco”, como lo llamaban sus seres queridos,
escribió su propia historia. Que vale pena ser contada y es su hija Clarisa la
que se encarga de transmitir los valores que su padre jamás perdió.
Compromiso
y militancia
José
Alfredo Duarte nació el 15 de agosto de 1949 en Río Cuarto y creció en el seno
de una familia humilde de trabajadores en donde nada sobraba pero el esfuerzo
laboral de sus padres hacía que tampoco nada faltara. Tras una infancia feliz
en el barrio Fénix, ubicado en el sector este de la ciudad y en donde habitan
en su mayoría obreros, “Peco” empezó a absorber los valores de la solidaridad
social que generó en él una
conciencia política que lo llevó a ingresar a los 21 años en las filas de la
Juventud Peronista.
“Fiel a su personalidad llena de valores
quería lograr que los sectores más postergados socialmente tuvieran un mayor
bienestar. Alguien escribió en su memoria, que “al ‘Peco` le dolían los pobres,
y así era, le dolían las diferencias sociales, la falta de libertad, la falta
de oportunidades. Quería cambiar ése destino y sumó su compromiso, su voluntad
y su vida para lograrlo”, dice Clarisa Duarte.
“Peco” pensaba que un pueblo educado jamás
sería explotado ni humillado. Por eso trataba de luchar contra el flagelo del
analfabetismo brindando asistencia social en barrios humildes de la ciudad de
Río Cuarto.
Presente
en la Universidad
José
Duarte cumplió funciones como trabajador No Docente entre 1974 y 1975 en el
Comedor y en el Departamento de Imprenta y Publicaciones de la Universidad
Nacional de Río Cuarto. En la casa de estudios universitarios dejó un
importante legado y muchos amigos que todavía lo recuerdan con admiración.
Pero a
pesar de que a “Peco” la arrebataron tempranamente su vida, en la Universidad
estará presente por siempre. En el año 2000, el Consejo Superior propuso que un aula emblemática del campus, como
es el Aula
Mayor, llevara su nombre. Mediante Resolución 029/2000 aprobó un
proyecto del consejero superior no docente Miguel Daniele por el cual el aula
pasó a denominarse José Alfredo “Peco” Duarte.
El texto
resolutivo expresa que Duarte “era, como tantos otros trabajadores, un
ciudadano comprometido con la comunidad universitaria de Río Cuarto y es un
símbolo de reconocimiento para todos los miembros que fueron parte de la
comunidad universitaria y que fueron víctimas de desaparición forzada, con todo
el perjuicio que aquello acarreó para sus seres más queridos y para la sociedad
en su conjunto”.
Años más tarde trabadores universitarios nucleados en la Asociación de
Trabajadores del Estado (ATE) de la Central de Trabajadores de la Argentina
(CTA) lanzaron la Agrupación de Trabajadores No docentes Universitarios denominada
"Peco Duarte".
Un apasionado del deporte
Cuenta su hermano Miguel que “Peco” en su
infancia jugaba al fútbol y practicó boxeo. Siempre jugaba en los picaditos junto a los chicos del barrio Fénix. “Eran
imperdibles los partidos ante el clásico barrial la “Cueva del Caño de Escape”,
equipo en el que jugaba José ‘Pato` Svaguza, otro joven desaparecido durante la
última dictadura militar. En la década del sesenta también se dedicó al boxeo y
lo practicaba en Centro Cultural Alberdi”, recuerda Miguel, quien se
desempeñaba como policía cuando su hermano fue secuestrado y desaparecido.
En los campeonatos de Papi Fútbol era arquero de Triángulo
Rojo y participó en varios torneos con destacadas actuaciones que lo
consagraron como uno de los mejores arqueros del campeonato. Mientras que durante su etapa del secundario defendía la casaca del Colegio
Nacional, equipo en donde también jugaba Juan Carlos Perchante, otro
riocuartense desaparecido.
Como jugador de plantel federado, “Peco” jugó
en la cuarta especial de Centro Cultural Alberdi. Tras vestir la casaca del
“mercedario” pasó a defender los colores de Sportivo Reducción. Cuenta su
hermano que “Peco” ya había comprendido que siendo arquero, puesto en el que
jugó en su etapa de la niñez, pubertad y juventud, daba ventaja por la
estatura. Por esta razón, es que comenzó a jugar como delantero, siendo un
nueve habilidoso y goleador. No faltaba a ningún picado y era hincha declarado
de Talleres de Córdoba.
Puede
leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de mayo de
2012.
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