miércoles, 9 de mayo de 2012

Imaginario deportivo


Cuando el viernes 30 de mayo de 1919 la revista El Gráfico llegaba a las calles, Constancio Vigil nunca imaginó que su creación se transformaría en el gran hito de la prensa gráfica argentina en el ámbito del periodismo deportivo. En un principio fue un semanario de interés general, que nació como "ilustración semanal argentina". La publicación tardó años en adoptar su perfil definitivo en donde fue ganando prestigio y reconocimiento mundial. Se convirtió en un clásico en un país que se aferra en el deporte, tanto que llegó a ser llamada “La biblia del deporte”.
“A partir de 1921, El Gráfico, paulatinamente, se transforma en una revista de deportes, aunque las fotos de mujeres artistas y cantantes, e incluso algunos atrevidos desnudos de bailarinas desconocidas y supuestamente extranjeras, se mantendrán hasta finales de la década del '20. La tirada de El Gráfico aumentará en esta década y se estabilizará en los 100.000 ejemplares en la del '30. La revista alcanza su apogeo a partir de mediados de los '40 y hasta mediar los '50, con una tirada de 200.000 ejemplares por semana”, explica Eduardo Archetti1.
De todas formas, en sus primeros 40 años de vida, la revista reflejó al deporte de una forma particular, que Archetti rescató de la siguiente manera: “El Gráfico puede ser, sin lugar a dudas, considerado como el semanario deportivo producido por la clase media con más influencia en la Argentina. El análisis de esta revista es, en consecuencia, el análisis de la construcción del imaginario masculino de clase media. Su carácter de hegemónico no puede, indudablemente, discutirse, pero no su influencia decisiva en la definición de los campos de reflexión morales masculinos. Los periodistas de El Gráfico, excelentes escritores en su mayoría, reflexionan como miembros de la clase media pero, al mismo tiempo, permiten la expresión y la difusión de las voces, las imágenes y las performances de los jugadores de fútbol y otros deportistas, especialmente boxeadores que, en su gran mayoría, pertenecían a la clase media baja rural o urbana o, directamente, a los sectores populares urbanos más desfavorecidos”2.
La revista dio un importante giro editorial con el arribo de Dante Panzeri, en 1959, en la dirección periodística. A Panzeri le bastaron unos pocos años al frente para dejar un sello inconfundible. “Dante fue, además de periodista, un “despertador de lectores”. Quien buscara periodismo pasatista estaba fregado. No era posible “mirar” lo que escribía Panzeri. Había que leer”3, escribió Diego Bonadeo, quien ingresó a El Gráfico cuando era conducido periodísticamente por Panzeri.
En 1963, con el alejamiento de Dante Panzeri y la llegada a la dirección de Carlos Fontanarrosa, se produjo un antes y un después en el tratamiento informativo de la publicación deportiva. Empezó a predominar el periodismo espectáculo. Cuenta Bonadeo: “En 1963 se interrumpía la chance de cambiar el periodismo nacional desde la revista deportiva más prestigiosa del país con la ida de Panzeri y la llegada del mentor del periodismo basura en la Argentina, Carlos Fontanarrosa. La implantación de la tilinguería y el amarillismo presagiaba tiempos peores.”4.
Es en esta etapa cuando comienzan a prevalecer los intereses políticos que le permitieron a las arcas de Editorial Atlántida obtener importante aportes financieros pero que le costó una significante pérdida de credibilidad.
“La dirección de la Editorial Atlántida estaba fuertemente relacionada con la dictadura y los negocios alrededor del Mundial 78. El Gráfico fue la revista “oficial” del torneo y fue servil con la dictadura para comunicar sus obras de gobierno. Que la Argentina saliera campeón, era un negocio para muchos”, escribió Leandro Zanoni5.
Pero El Gráfico fue más allá de lo puramente comercial y generó grandes controversias periodísticas al publicar una carta que el jugador holandés Rudolf Josef Krol le escribió a su hija contándole, entre otras cosas, que los comentarios que escuchaba en Europa eran falsos, ya que en la Argentina “Papá está muy bien. Aquí todo es tranquilidad y belleza. Esta no es la Copa del Mundo sino la Copa de la Paz. No te asustes si ves algunas fotos de la concentración con soldaditos de verde al lado nuestro. Son nuestros amigos, nos cuidan y nos protegen. Pero aquella carta jamás existió. Todo había sido un perverso invento del periodista Enrique Romero6.
Las estrechas relaciones le significaron a Atlántida grandes ganancias monetarias. El periodista Sergio Levinsky analizó las ventas del semanario antes y después del Mundial 78: 146.700 ejemplares vendidos antes y 373.325 un mes después, ya con el equipo campeón7.
Cuando la Argentina fue campeón del Mundo en 1978, la venta superó los 800 mil ejemplares. Pero la fue la edición que reflejó la conquista del Campeonato del Mundo de México ‘86, en junio de ese año y con Diego Maradona en la tapa, vendió 880 mil ejemplares, el record de todas las épocas.
Identificados editorialmente con el menemismo y con Constancio Vigil (h), titular de la Editorial Atlántida, en lo más alto de la esfera del fútbol mundial al ocupar un cargo en la Comisión de Prensa de la FIFA, fue en la década del noventa cuando comenzó a precipitarse la mítica publicación.

Puede leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de marzo de 2012.

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