Cuando Dante Panzeri
falleció a causa de un cáncer con el que luchó hasta el último día de su vida,
la Junta Militar que comandaba al país festejó. Sin tener que ver con ella, los
militares se alegraron con el deceso de Panzeri
porque portaba un título simbólico: era el único periodista deportivo de
la Argentina que se había opuesto al Mundial de fútbol Argentina 1978.
Para alegría de los
dictadores genocidas, Dante Panzeri se fue un 14 de abril de 1978 – faltaban 56
días para el evento ecuménico - pero para inmensas generaciones de periodistas
deportivos su estilo irrepetible permanecerá por siempre vivo.
Según el periodista
Pablo Llonto, Panzeri tenía el enorme atributo de la clarividencia. En 1975
advirtió que hacer el Mundial le va hacer muy mal a los argentinos,
especialmente si lo ganamos y afirmaba que sería utilizado políticamente por el
Proceso de Reorganización Nacional. Los hechos demostraron que no se equivocó.
Años antes había anticipado que la Ciudad Deportiva de Boca que prometió
construir Alberto Armando – con estadio flotante incluido – sería otro de los
grandes desengaños argentinos.
A 34 años de su
muerte, es notoria su ausencia. Hoy, ante un periodismo deportivo que bastardea
continuamente su ética y su dignidad, Dante Panzeri más que nunca hace falta. Hacen falta su
compromiso, su pluma precisa y filosa, su valentía para combatir y denunciar la
obsecuencia, la ignorancia y la tendenciosidad de periodistas, directores
técnicos, dirigentes y demás personajes que rodean al fútbol.
Nacido en Las
Varillas en 1923, se inició en el periodismo en el diario La Voz de San Justo
de la ciudad de San Francisco. Desde 1942 y por veinte años trabajó en la
revista El Gráfico. En la década del cincuenta llegó a ocupar el puesto de
director.
Cuestionado por los
poderosos de la época debido a que introdujo la crítica sin hacer distinción,
en agosto de 1962, renunció a la revista por una marcada diferencia con las
autoridades de Editorial Atlántida. “Fue el más feroz crítico de la corrupción
que ocupó al fútbol en varias esferas. Su principal virtud era su visión para
anticiparse a los acontecimientos y a las causas de las crisis en el fútbol,
cada vez más transformado en un negocio”, lo describe actualmente el sitio www.elgrafico.com.ar.
“Ácido, gruñón,
avasallante y muchas veces duro con sus compañeros, Panzeri, no era
precisamente un periodista de izquierda. Los pocos colegas revolucionarios que
lo admiraban, sostenían que su talón de Aquiles era un sospechoso tufillo
autoritario”, resaltó Pablo Llonto. Mientras que José María Suárez, compañero
de Panzeri en La Prensa, “su ideología política era todo un misterio. Murió sin
que ninguno de sus amigos supiéramos a quién había votado. Decía que era uno de
sus secretos y eso le permitía tener independencia para criticar a quien
quisiera”.
Además de su análisis
crítico que permanecen en el archivo de los medios en los que trabajó, del
legado de Panzeri nos quedan sus libros: “Burguesía y gangsterismo en el
deporte” y “Fútbol, dinámica de lo impensado”. Pero también permanecerá
perpetuas sus interesantes reflexiones: “El deporte es política y debe serlo
hasta las consecuencias más positivas. "Considero que política es toda
actitud filosófica, idealista, doctrinaria, artística, estética, o ética,
frente a la vida y a las cosas que el hombre enfrenta al vivir. Política es
todo aquello que haga una conducta; un comportamiento humano; desde lo más
intimo a lo más público. Desde el interior de nuestras casas hasta la casa del
gobierno del Estado Administrador. Por eso creo que deporte es política. Y está
bien que lo sea”.
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