lunes, 26 de diciembre de 2011

El arte marcial no se negocia

La Asociación Vecinal 11 de Noviembre que está emplazada en pleno corazón del barrio IPV Alberdi, al sureste de la ciudad, es uno de lugares, como tantos otros de Rio Cuarto, que forman parte de ese slogan odioso utilizado con fines estratégicos y políticos para generar sensibilidad:  la ciudad que no se ve.
Más allá del recurso literario que por sí solo tiende a la invisibilidad, el IPV Alberdi, a pesar del olvido y las frecuentes inundaciones, tiene vida propia y se consolida como un sector importante de la ciudad.
En las instalaciones de la Asociación Vecinas 11 de Noviembre los vecinos y personas de otros rincones de Río Cuarto se encuentran con la opción de formar parte de las actividades sociales, culturales y recreativas que brinda la institución. A ese lugar recurren treinta jóvenes, de todas las edades, para participar de las clases de karate social que les enseña el maestro Dalmacio Martínez, responsable de la agrupación Halcón Rojo y campeón sudamericano de artes marciales.
A través de una actividad milenaria se trabaja pedagógica y deportivamente para generar cambios profundos. Además, el karate social se articula con el apoyo escolar, una guardería y la entrega de viandas de comida a las personas que más lo necesitan.
“No luchamos contra el enemigo. El enemigo está en nosotros mismos porque luchamos todos los días para sobrevivir en esta selva de cemento que cada día nos devora un poco y nos va desangrando un poco”. Esas contundentes palabras hacen de introductorias en el documento que Dalmacio le entrega a sus dirigidos en el momento que comienza a practicar este deporte. Porque de eso trata no solo aprender a defenderse con la actividad corporal sino también encontrarle un verdadero sentido a sus acciones en la vida diaria.
El escrito también explica que “el entrenamiento de karate proporciona diversos beneficios en la conducta de los jóvenes en su desarrollo motor, cognitivo y socioefectivo. El motor le otorga a los jóvenes fuerza, velocidad, coordinación, equilibrio y flexibilidad; el cognitivo le permite desarrollar su intelecto al tener      que memorizar los diversos movimientos de cada ejercicio y la serie secuencias mientras que el desarrollo socioafectivo se produce porque todo deporte tiene el plus de dar una cantidad muy grande de valores que pueden ser trabajados desde la infancia”.
¿Cuánto hace que están trabajando con el karate en la Vecinal?
Hace alrededor de seis años que estamos trabajando en la 11 de Noviembre. Teníamos un problema porque venía la gente de Fundemur a dictar clases de fútbol pero los chicos de sector no se integraban y no participaban.  Por eso, con el objetivo de sacar a los chicos de la calle se comenzó a dictar clases de karate a jóvenes.
Explíquenos bien como es el tema del karate social.
Tenía un maestro que se llamaba Pedro Fukuma, un japonés que siempre me recalcó “el arte marcial no se negocia, se enseña pero no se negocia”. Siguiendo las palabras del profesor japonés he emprendido esto y puedo decir que nos ha dado muy lindos resultados. Lo que más nos sorprendió de estos es que el sacrificio con el entrenan los niños humildes.
¿Cuáles son los resultados más allá del aprendizaje deportivo?
Han cambiado la actitud y su comportamiento. Pero lo que es más importante es que han aprendido a ser respetuosos. Se ha logrado una gran unidad entre los chicos porque el entrenamiento de karate proporciona diversos beneficios en la conducta del niño. 

Puede leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de octubre/noviembre.

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