lunes, 26 de diciembre de 2011

Desplazar a Roca

La Plaza Central se constituye, en la mayoría de las localidades, en el sitio de referencia de la ciudadanía que encuentra en ella un lugar en donde manifestarse de diversas maneras.  Es en una Plaza principal en donde un grupo de trabajadores hacen oír sus reclamos de dignidad laboral. La Plaza es el espacio que refugia diversas movilizaciones sociales y al cual se dirigen a festejar los hinchas del equipo campeón. Muchas veces se transforma en anfitriona del primer encuentro amoroso y hasta es el lugar escogido por los padres para ver los pasos iníciales de su hijo.
La vasta impronta de la plaza principal de una ciudad permite describirla como un espacio en donde se cobija el andar individual  y en el que se descubre la significancia de lo colectivo. Entre todas sus características hay que una que sobresale y traza esencialidad: la Plaza Central no hace distinción de clases y es el lugar de todos. Es el sitio en donde se construye nuestra identidad colectiva.
La Plaza Central de Río Cuarto no está al margen de todas estas caracterizaciones. Ubicada en el corazón de la ciudad es el lugar referencial de los riocuartenses. Pero diferenciándose de muchas otras Plazas del país que llevan por nombre de alguna referencia local,  la de Río Cuarto es representada por Julio Argentino Roca, una figura que si bien aceptada por una importante porción de la ciudad, genera un fuerte rechazo social en diversos sectores sociales. Es aquí en donde entra en juego otro de los factores fundamentales que encierra este espacio público: su valor simbólico.
Así lo entienden los integrantes de la revista Destiempos Modernos quien junto a un importante número de organizaciones sociales, cuestionan que la plaza riocuartense lleve el nombre de Julio Argentino Roca y han comenzado a realizar un trabajo concientización colectiva para que sea la ciudadanía quien determine cómo se debe llamar el espacio público más importante de la ciudad de Río Cuarto.
Antes de esta iniciativa existieron otros procesos que intentaron cambiar el nombre de la plaza pero no lograron mantener en el tiempo la discusión y sus planteos no lograron el objetivo deseado. Por eso, quienes integran Destiempos Modernos decidieron articular con distintas organizaciones que coinciden con su postura para colectivamente poder generar la reflexión social sobre lo que significa simbólicamente que la plaza de la ciudad de Río Cuarto se llame Julio Argentino Roca.
La propuesta promovida por los estudiantes universitarios apunta a una re-simbolización de la Plaza Central de la ciudad de Río Cuarto. Consideran que los símbolos (nombres, estatuas, monolitos, calles, etc.) no se agotan en su simple enunciación. Sostienen que, por el contrario, generan sentidos y afectan a nuestros modos de vida de maneras concretas, aunque en ocasiones sean imperceptibles.
“Los procesos simbólicos no son nada más que procesos simbólicos. Son políticos. Legitiman y deslegitiman posiciones, demandas públicas y usos de la memoria pública. Por eso, gestos como sacar los monumentos y el nombre de Roca serían algo más que un gesto simbólico”, le dijo a Destiempos Modernos Guillermo Ricca, docente de Filosofía de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
Una imposición arbitraria
En su origen la Plaza principal de la ciudad de Río Cuarto se denominó Plaza Mayor – nombre asignado en la época que los españoles dominaban nuestro territorio - . Luego pasó a llamarse Plaza de la Concepción porque Río Cuarto nació como pueblo de la Concepción.
En 1883, en el día del cumpleaños de Julio Argentino Roca, un grupo de amigos decidieron cambiar el nombre asignándole el nombre de Plaza Roca en homenaje  al entonces Presidente de la Nación. Lo que queda claro es que un grupo minoritario decidió cual debería ser el nombre del principal sitio público de Río Cuarto.
Por eso, además de reflexionar sobre la figura de Julio Argentino Roca el objetivo de los integrantes de Destiempos Modernos es que sea el pueblo riocuartense el que determine que nombre debe llevar la Plaza Central. Hecho que se diferencia de lo que sucedió hace más de un siglo atrás.
“Desde hace 129 años la plaza principal de Río Cuarto lleva un nombre que no fue elegido democráticamente y que, al contrario de lo que intentamos nosotros, fue impuesto sin consultar a la sociedad riocuartense”, sostiene Juan José Tomassini, uno de los integrantes de Destiempos Modernos.
El deporte no está exento
Con Julio Argentino Roca como uno de los principales protagonistas se comienza a gestar el Estado Argentino. Diana Lenton sostiene que ese modelo de Estado se funda sobre un genocidio porque no sólo porque es contemporáneo al genocidio de la Campaña del Desierto sino porque esa estructura de Estado requirió que no hubiera más diversidad interna en el Estado. “Se anulan los tratados con los indígenas, el Estado se garantizó que no iban a interferir en la constitución de ese Estado. Es lo que se llama genocidio constituyente, son genocidios que dan origen a un Estado”, expresa Lenton.
Es durante ese período que comienzan a tomar cuerpo la institucionalización en diversas esferas sociales. Y la actividad deportiva no queda al margen. Justamente Julio Argentino Roca es quien encabeza este proyecto de institucionalidad deportiva.
En 1899, Roca fundó la Sociedad Hípica Argentina, que tuvo proyección internacional por haber organizado e intervenido en distintas competencias ecuestres. Pero el entonces presidente argentino no sólo injerencia en el deporte hípico. Cuenta el periodista Ezequiel Fernández Moores que Roca fue el primer jefe de Estado de presencia un partido de fútbol. Fue en 1904 cuando el Southampton inglés derrotó 3 a 0 a Alumni. Ese 24 de junio de 1904 asistieron 8.500 personas al campo de juego que la Sociedad Hípica tenía en Palermo.
En 1908, la Sociedad Hípica Argentina se transforma en la Sociedad Sportiva Argentina, la institución antecesora del Comité Olímpico Argentino. El impulsor fue el barón italiano Antonio De Marchi, yerno del general Julio Argentino Roca. Todo quedaba en familia.
La Sociedad Sportiva Argentina organizó en 1910 de los Juegos del Centenario. En ese momento los obreros amagaban con arruinar la fiesta con sus reclamos por una vida más digna. Entonces, De Marchi y sus amigos de la Sociedad Sportiva integraron la Policía Civil Auxiliar que la noche del 14 de mayo salió a las calles a golpear obreros, destruyó diarios y bibliotecas socialistas en Once y quemó libros en plaza Congreso. Según Fernández Moores aún hoy se describe como un éxito a aquellos Juegos del Centenario organizados por el yerno de Julio Argentino Roca.
La nueva Sportiva, sede central de la aristocracia porteña, incorporó atletismo, esgrima, boxeo, polo, rugby, fútbol, ciclismo, levantamiento de pesas, tiro y hockey sobre césped. Además de De Marchi, conformaban a la elitista institución nombres como Jorge Newbery, José Uriburu, Emilio Mitre y Miguel Martínez de Hoz. En 1910, con motivos de la celebración del primer siglo de la Revolución de Mayo, el barón De Marchi, respaldado con la Sociedad Sportiva Argentina, se hizo cargo de los Juegos Olímpicos del Centenario. El evento contó la visita con de la infanta Isabel de Borbón dejando en claro que en el país no existía ningún aspecto de emancipación.
En ese momento, Buenos Aires llevaba un año al borde del estallido. Doscientos dos mil trabajadores habían paralizado la ciudad en repudio a la matanza de una decena de obreros extranjeros en el acto celebratorio del Día del Trabajador.  El gobierno conservador porteño, abalado por la Ley de Residencia, sancionada en 1902 por el mismísimo Julio Argentino Roca, decidió expulsar del país a anarquistas y socialistas extranjeros. El barón De Marchi, demostrando que no sólo tenía intereses deportivos,  también formó parte de los ataques, que junto a jóvenes de clase alta que integraban la Sociedad Sportiva Argentina, realizaron ante los extranjeros que conformaban la clase obrera.

Puede leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de diciembre.

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