lunes, 26 de diciembre de 2011

Banderas en mi corazón

Marcelo Alejandro Frairia, fue un jugador de aquellas fotos que no se borran jamás. De raíces humildes, volante ofensivo de una zurda exquisita que profesó su amor por el fútbol e izó la bandera de Río Cuarto en todas las canchas que pisó.  Transpiró diferentes camisetas de la  mejor manera que supo: con profesionalismo, buen fútbol,  goles y por sobre todo con dotes de excelente ser humano.  
Rosario siempre estuvo cerca
Los inicios de Marcelo Frairía en el fútbol datan que fue en 1983, cuando realizaba sus estudios primarios en el colegio Normal. En una clase de Educación Física, el profesor Galfré  observó de manera visionaria el talento que desbordaba  aquel  “gringuito” que hacía  verdaderas las fantasías.  Al tiempo, el encargado de la clase le propuso que practicara fútbol en el  ex Club Instituto San Buenaventura. En esta institución, a cargo de Hugo Ferraresse y Tomás “Payo” Aimar, Marcelo jugó hasta los 14 años, edad que sería clave en su vida para comenzar una carrera que marcaría su destino como jamás lo pensó.
A mediados de 1989 se incorporó a las divisiones formativas de Newell’s Olds Boys de Rosario. Peleando contra las adversidades propias de ser foráneo, e integrando la séptima división que contaba con más de setenta jugadores,  selló discrepancias con su talento y sus goles en  las inferiores comandadas por Jorge Griffa. Entrenado por Claudio Vivas, Roberto Pupo y José Luis  “Chivo” Pavoni entre otros,  fue alternando partidos de diferente jerarquía jugando de titular tres años seguidos en AFA. En una de sus tantas anécdotas Marcelo cuenta: “en una oportunidad fui seleccionado entre los mejores jugadores rosarinos para viajar a Ezeiza y  disputar  un partido amistoso con el seleccionado Sub 17  que se preparaba  para competir en  el mundial de Italia 91`, obviamente que el resultado fue adverso, pero nunca lo imaginé tan abultado, caímos por 6 a 0”. En aquel pleito, pudo enfrentarse con jugadores que en un futuro serían grandes figuras internacionales, tales como Gallardo, Lombardi, Arruabarena, Bernuncio, entre otros.
El embudo del adiós
Luego de tres años de militar en las inferiores de la “lepra” rosarina, Marcelo se encontraría con uno de los primeros golpes en su carrera. “En Newell’s había una metodología de trabajo denominada embudo, la misma constaba de que aquel jugador que cumplía los 17 años y no llegaba a cuarta división, se consideraba  que no  llegaría nunca a dar el salto para transformarse en jugador de Primera” Y fue así, que no fui tenido en cuenta,  quedé libre y adiós Rosario”, comenta Frairía.
A fines de 1993, volvió a Río Cuarto en donde le llegaría una propuesta tentadora en manos de Francisco “Pilo” Rodríguez  para ir a San Lorenzo: “Ya estando todo el mundo de vacaciones, me propuso realizar una prueba con la condición de entrenarme duro para llegar en condiciones para la evaluación. Tuve que correr 120 kilómetros en 20 días para llegar a punto. Recuerdo que mientras el “Pilo” cortaba el césped de su predio cercano al autodromo, me cronometraba mientras yo entrenaba solo. Fue un gran esfuerzo, era levantarse a las 7 de la mañana todos los días de la semana, inclusive los domingos. En San Lorenzo, Ricardo Calabria sería el encargado de probarme. Cuando nos encontramos con el ex árbitro me llevé una gran desilusión ya que me recibió con la negativa de tomarme la prueba por que al otro día saldría de  vacaciones. La única manera de que pudieran verme jugar era esperar 15 días. Y la verdad que después de tres años en Rosario bancados por mis padres, no quería provocar otro gasto en el presupuesto de la familia y decidí volverme. Con 17 años opte por no jugar más al futbol, pensaba que no era algo para mí”. 

Puede leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de diciembre.

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