sábado, 30 de abril de 2011

Más allá del juego

Al igual que la guerra civil española, el nazimismo  y el stanlinismo, la dictadura argentina entendió al deporte como una prioridad.  Los primeros comunicados de la Junta del miércoles 24 de Marzo hablaban de suspensión de derechos, intervenciones y prohibiciones. Pero el número veintitrés informaba que se interrumpía la transmisión de la cadena nacional para permitir la difusión en directo del partido Argentina-Polonia. Ese día, a pesar de que varios jugadores quisieron volverse al país al enterarse del golpe de estado, el encuentro se disputó sin inconvenientes y la victoria fue para el elenco argentino por 2 a 1.
Días después del golpe Emilio Massera comunicó a Videla que Argentina debía confirmar su decisión de organizar la Copa Mundial ‘78. Según los militares iba a costar 70 millones de pesos. Terminaron pagando más de 700 millones de dólares.
El almirante Massera dejó que el Ejército impusiera al coronel Antonio Rodríguez como presidente del Comité Olímpico Argentino (COA) y que a la Confederación Argentina de Deportes (CAD) la manejara el interventor Miguel Ángel Bruno, allegado al general Reynaldo Bignone. Él se hizo cargo del dominio del fútbol.
Como nuevo presidente de la AFA impuso a Alfredo Cantilo. Luego se encargó, según manifiestan diversos testimonios, de deshacerse del general Omar Actis quien había sido designado por el propio Videla, a través de la Ley 21.349, como el presidente del Ente Autártico Mundial 78 (EAM 78).  Pero horas antes de presentarse ante la prensa internacional Actis fue acribillado. Según cuenta Pablo Llonto en el libro “La vergüenza de todos” a las pocas horas de lo sucedido, Montoneros se adjudicó el hecho en un comunicado que aún se guarda en los archivos de sus ex dirigentes. Pero en 1984 el periodista Eugenio Martínez, a quien muchos vinculaban a sectores del Ejército, publicó el libro “Almirante Lacoste ¿Quién mató al general Actis?” En su escrito instaló la teoría de que el primer presidente del EAM 78 fue asesinado por las bandas de Massera.
Tras la sospechosa muerte de Actis fue el almirante Carlos Lacoste quien se transformó en el nuevo presidente. Lacoste, fallecido el 24 de junio de 2004, era primo de Raquel Hartridge de Videla y primo político de Leopoldo Galtieri.
Con él al frente el EAM 78 manejó la caja con la que se desarrolló el Mundial. El decreto 1261 de abril de 1977 permitía que el ente a su cargo mantuviera “reserva” en la difusión de sus actos. Jamás se presentó un balance de lo que Lacoste gastó.
Además manejar la logística del evento ecuménico, Lacoste se transformó en el amo del deporte argentino. El periodista Ezequiel Fernández Moores escribió que Lacoste exigió a Ubaldo Fillol que cesara reclamos salariales en River Plate porque no era bueno que un trabajador lo hiciera, pidió al cabo sastre del Ejército, Próspero Cónsoli, presidente de Argentinos Juniors, que ordenara callarse a Diego Maradona y hasta intervino en las peleas entre Guillermo Vilas y José Luis Clerc en el equipo de Copa Davis.
El 9 de Septiembre de 1977, siguiendo los consejos de la agencia Burson Masteller, contratada para mejorar su imagen en el extranjero, la Junta siguió montada al deporte y el  Videla esquivó protestas en su visita a Nueva York fotografiándose con Guillermo Vilas, que unos días después ganaría por primera y única vez el Abierto de Estados Unidos. Jorge Rafael Videla y sus adeptos comenzaban a utilizar al deporte con fines estratégicos.

Amor al deporte y compromiso social
Los encargados de enarbolar la bandera de la seguridad nacional que era digitada desde el hemisferio norte de nuestro continente tenían como enemigos a personas que pensaban distinto y anhelaban una sociedad mejor. Poetas e intelectuales, estudiantes secundarios y universitarios, obreros y delegados gremiales, docentes y profesionales, militantes sociales y dirigentes barriales fueron los más perseguidos y asesinados por los militares que no tuvieron piedad y que en nombre de Dios acribillaban a sangre fría. Entre ellos también hay veintiséis deportistas.
Una veintena de rugbiers de la ciudad de La Plata, el atleta Miguel Sánchez, el tenista Daniel Schapira, la jugadora de hockey sobre césped Adriana Acosta y el futbolista Carlos Rivada, entre otros, desaparecieron tras el golpe del 24 de marzo.
El saldo que dejó la dictadura en Río Cuarto fue de 37 desaparecidos y aunque ninguno de los desaparecidos se dedicaba profesionalmente, algunos sí tuvieron ese vínculo, inseparable, entre deporte y sociedad.
Juan Carlos Perchante: Los que lo conocieron sostienen que era una persona muy solidaria, muy buen jugador de fútbol y un muy buen wing de rugby que jugaba en Urú Curé. “Muy amigos de sus amigos. Era como un hermano ya que compartió muchos momentos con nosotros. Era una persona muy agradable. Intelectualmente era brillante y siempre tuvo esa inquietud política y cuando fue a Córdoba a estudiar comenzó a militar con más firmeza en la Juventud Universitaria Peronista. Cómo muchos jóvenes de esa época, se comprometió, militó, participó y luchó por un país diferente”, explica el abogado Héctor Giuliani.

Puede leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de marzo.

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