lunes, 26 de diciembre de 2011

Fútbol en crisis

Desde el 11 de agosto de 2009, día en el que la Asociación del Fútbol Argentino decidió rescindir el contrato con Televisión Satelital Codificada (TSC) y Tele Red Imagen Sociedad Anónima (TRISA), empresas que le propiciaron al Grupo Clarín un gran negocio a través del fútbol,  y en el que decidió crear junto al gobierno nacional el programa “Fútbol para Todos”, Julio Humberto Grondona perdió los beneplácitos periodísticos que durante dos décadas le ofrecieron los medios de comunicación del holding que encabezan Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto. Desde entonces ante cada una de las decisiones erróneas que llegan de Viamonte 1366 los cañones del grupo apuntan directamente al otrora intocable “Don Julio”.
El enfrentamiento con el Grupo Clarín, con todo lo que ello implica, la postulación del empresario Daniel Vila como presidente de la AFA y la falta éxitos en la selección argentina que deambula sin un proceso definido son los principales factores que conllevaron al debilitamiento de la estructura grondoniana. Pero fue la presión de los hinchas “indignados”, ante el disparate de la AFA de imponer un torneo federal no planificado, el que produjo la principal ebullición en la estructura afista en los 32 años que Julio Grondona preside la AFA. Fue la pasión y no la racionalidad la que puso entre las cuerdas al perpetuo presidente del fútbol argentino. “Los hinchas son capaces de protestar contra un sistema de disputa de un torneo y proponer una marcha  a la AFA, pero no lo hacen cuando los tratan como ganado”, sintetizó Christian Colonna en la revista Un Caño. La reflexión de Colonna permite comprender que la pasividad de los hinchas argentinos es uno de los tantos causales que le permitió a Grondona construir un inconmensurable poder en la Asociación del Fútbol Argentino.
En sus  tres décadas al frente de la AFA ha sobrevivido a cuatro presidentes de facto, nueve mandatarios democráticos, innumerables huelgas de jugadores y a más de cincuenta allanamientos a la AFA en busca de pruebas que demuestren hechos ilícitos. A pesar de todo, su poder se mantuvo inalterable. Solos unos pocos dirigentes no obsecuentes al mandatario oriundo de Sarandí soltaron su grito pelado ante tanto despotismo.  
En sus ocho mandatos treinta clubes presentaron la quiebra o recurrieron al concurso de acreedores, la violencia en los estadios produjo 156 muertos  y durante dieciocho años se le entregó de los derechos de TV del fútbol al Grupo Clarín. Sin embargo, se mantuvo en su despacho inmutable. Osados periodistas sin compromisos con el establishment mediático y el círculo afista fueron los únicos que corrompieron el “sistema” impuesto al contar siempre la verdad alejados de la complicidad.
En el 2011 la AFA está en crisis y a pocas semanas en las que “Don Julio” buscará su noveno período ser parte del “sistema” significa ser antigrondona. “Yo no tengo el poder, a mí me lo dan. Y así como me lo dan, me lo pueden quitar en cualquier momento”, le dijo a la revista El Gráfico cuando su estadía en la AFA era inalterable. Por primera vez en años el inoxidable ferretero observa como el poder que supo construir puede comenzar a desvancerse. Fue ese mismo poder, que comenzó a construir el 6 de abril de 1979, el que dañó las entrañas del fútbol argentino.
Tres décadas acariciando al poder
“Don Julio” sabe muy bien de lo que habla cuando se refiere al poder. Fue reelegido ocho veces al mando de la AFA, aunque una vez tuvo un oponente: el ex árbitro Teodoro Nitti, quien se presentó en 1991 y consiguió apenas un voto. “Yo nunca me presenté. Desde que empecé a ser presidente, nunca pedí ni me presenté. Las circunstancias me llevaron”, le dijo al diario Perfil dando muestras del poder  con el que cuenta en el seno del Comité Ejecutivo.
Arribó a la Asociación del Fútbol Argentino con la anuencia de la dictadura en abril de 1979. “Me llevaron a la presidencia de la AFA los clubes y no los militares. Llegué en una época militar, pero no tuve trato con nadie y no he sido salpicado para nada”, declaró ignorando el consentimiento de Carlos Lacoste, el alfil del dictador Massera en el fútbol. Además, se mantiene inamovible en su puesto mientras por el país ya pasaron nueve presidentes constitucionales desde que regresó la democracia en 1983.
Muchos detractores han tratado de sacarlo de la AFA y llevarlo a la justicia. Varios intentaron a través de lazos políticos destituirlo de su lugar, pero nadie ha logrado derribarlo. En la década del noventa el propio Joao Havelange advirtió a Eduardo Duhalde, por esos años brazo derecho de Carlos Saúl Menem, que Grondona era intocable.
Desde 1988 ejerce una de las vicepresidencias de la FIFA, cargo que hasta 1984 ocupaba Lacoste. Su obsecuencia fue fundamental para ganarse la confianza del ex presidente Joao Havelange y del actual titular, Joseph Blatter. El propio Grondona ha manifestado ser el vicepresidente del mundo al referirse a su cargo en la FIFA. Pero, se pregunta el periodista Mariano Hamilton, “¿Alguien puede responder qué trato diferencial tuvo el fútbol argentino por esa vicepresidencia de Grondona en la FIFA? Además de Grondona, ¿quién más se benefició? Se pueden dar algunos nombres, como el del ex presidente y destructor de River Plate, José María Aguilar, pero seguro que el deporte nacional no recibió nada favorable a cambio de ese maravilloso cargo que ostenta Grondona”.
Un hombre con medios
“No fallar” y “No mentir” son las insignias que están inscriptas en la lapicera que Julio Grondona usó para firmar el cese del contrato con el Grupo Clarín. Según el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino son esas máximas impresas en su bolígrafo las que lo guiaron durante todo su vida. Si uno se pone a analizar la relación de “Don Julio” con los medios de comunicación a muchos ha fallado y a muchos otros mentido. Pero principalmente, con el negocio como disparador, siempre los tuvo bajo su órbita.

Puede leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de septiembre.

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