lunes, 26 de diciembre de 2011

Un ciclista mundial

La pasión de Enrique Edelmiro Moyano con el ciclismo denota los sentimientos que puede general el profundo afecto familiar. Las decisiones del “Kike” ciclista marcan claramente que el eslabón fundamental en su vida deportiva, que lleva más de 50 años, ha sido su familia.
Son varios los ejemplos que lo grafican pero sin dudas es lo que más representa es cuando decidió desechar la propuesta de una empresa de Alejandro Roca que quería patrocinarlo para que compitiera profesionalmente y él dijo no porque no quería descuidar a su familia. “Si él no llegó a ser mejor ciclista fue porque se preocupó principalmente por nuestro bienestar”, sostiene su mujer María Evelia García, quien siempre que puede lo acompaña a las competencias. Fue ella la que decidió repartir en los diferentes medios de comunicación de la ciudad un parte de prensa que cuenta la historia deportiva de su marido. “Sus caminos, rutas, y circuitos en el ciclismo son tantos que difícilmente podrían nombrarse en esta carta, pero sus recorridos en dos ruedas lo han  llevado a competir portando nuestro mayor símbolo patrio, nuestro emblema celeste y blanco”, son algunas de las profundas líneas que escribió María.
Treinta años después de aquel suceso en el que “Kike” apostó al desarrollo de su familia fueron sus seres queridos los pilares necesarios para que el ciclista cumpla uno de sus máximos sueños deportivos: competir en un Mundial de la disciplina. A los 65 años, y participando en la categoría Master D 2, Enrique Moyano participará en el Mundial de ciclismo que se desarrollará del 9 al 15 de octubre en la ciudad de Manchester, Inglaterra. Su familia, además de incentivarlo a que diga presente en la cita ecuménica, le regaló una bicicleta monocasco (pesa apenas 6 kg.) que además de ser de gran calidad tiene un elevado costo. Con esa bicicleta competirá en suelo británico.
Junto a Edgardo Giovanini de Coronel Moldes y Ricardo Pereyra de Río Tercero será uno de los diez los ciclistas que conformarán a la delegación representará a la Argentina. Será su hijo Martín quien lo acompañará y junto a él, aprovechando que es profesor de Educación Física, se está preparando para el evento de su vida. “Poder estar en un Mundial es lo máximo para un deportista. Más allá del resultado poder estar es una alegría inmensa. Por eso, lo voy a tratar de disfrutar al máximo”, sostiene emocionado Enrique Moyano que comenzó a practicar ciclismo en 1961 cuando apenas tenía 14 años.
¿Qué te llevó a ser ciclista?
Ningún integrante de mi familia era deportista. Uno de mis hermanos menores también corría pero mi pasión por el ciclismo no fue influenciada por nadie. Se dio nomás.
El 9 de julio de 1961 es un día muy especial.
Claro porque ese día fue cuando gané mi primera carrera. Fue en la competencia “Doble La Gilda” que organizaba por esos tiempos Gregorio Silveira en el barrio Alberdi. Entré quinto en la general y fui primero en mi categoría. Fue una gran alegría porque hace de cuenta que lograba un gran premio.
¿Qué es el ciclismo para vos?
Es mi vida. Vivo las 24 horas pensando en la bicicleta. Más allá de mi trabajo (es propietario de la bicicletería Kike Competición) estoy todo el tiempo pensando en la bicicleta de competición.
Me levanto todos los días a las siete de la mañana y realizo elongaciones durante treinta minutos. Pero es muy importante el apoyo de la familia y tus seres queridos porque sin ellos es muy difícil llegar. Tengo la dicha que mi familia me acompaña en mí locura.
¿Sos consciente de lo que has logrado con el ciclismo?
No me he puesto analizar lo que he conseguido. Lo que sí me genera una gran satisfacción es saber que he hecho muchos amigos en diferentes lugares del país. Me dejó muchas amistades y eso es lo que más me gratifica porque en el ámbito del ciclismo las personas que no tienen buenas intenciones no duran mucho tiempo. El mismo sistema los expulsa.

Puede leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de septiembre.

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