viernes, 15 de abril de 2011

El “pibe”, la sabiduría de un grande

Hablar de la historia del deporte de Río Cuarto puede llevarnos a varios nombres, siendo uno de los más importantes –sin lugar a dudas- el de Gino Osvaldo Molayoli.
El “pibe”, tal cual aún lo apodan, nació el 9 de septiembre de 1931 en nuestra ciudad y desde temprana edad se dedicó a las bochas, disciplina por la cual fue premiado como el mejor del siglo en 2002.
Con simpatía, amabilidad y la calidez que lo caracteriza, Gino recibió a los periodistas de Contragolpe y en medio de su cuantioso museo, por la calidad, la cantidad y la validez de los premios que lo adornan, habló de su vida, de la vida, de temas de actualidad y la relación de éstos con el deporte.
Para iniciar, y casi de manera ocurrente, le preguntamos quien era Gino Molayoli y no dudó en definirse: “soy un ser humano común que tuvo la suerte de tener un pequeño don, pero siempre he sido de perfil bajo. A todos los pueblos que he ido como delegado, como presidente o director técnico, siempre hubo un obsequio por mi trayectoria. Además, fui viajante durante 45 años”.
 Luego, suspiró, se tomó unos segundos para reflexionar, y detalló cuasi estuviera viviendo su infancia: “Mi padre tenía la concesión del ‘Palacio de los Deportes’ (actual Central Argentino) donde empecé a jugar a las bochas a los 8 o 9 años: me echaban de la cancha porque era muy chico.
Iba a las Escuelas Pías y saltaba los paredones a la tarde con los pupilos para jugar. Llevaba cuatro bochas ‘carcochas’ y hacíamos partiditos de cuatro con una bocha cada uno”.
Su educación y sus valores lo llevaron a ser catalogado como una gran persona y un hombre de bien en el ambiente que rodea a la disciplina deportiva de sus amores. A ello, debe agregársele la increíble e inaudita cifra record de galardones obtenidos: “Tuve la suerte de ganar 72 títulos para Río Cuarto entre campeonatos mundiales, sudamericanos, argentinos y provinciales. Acá, en la ciudad, se hacía un campeonato muy especial: jugaban 200 bochófilos y lo gané 11 años seguidos. Muchas veces me pasó que la gente me cargaba porque decían ‘acá venimos a jugar por el segundo puesto’; pero no era así, las cosas se dieron de esa manera”.

Gino y el visionario don Baez, los primeros pasos

Inevitablemente a todo genio se le adjudica descubridor. El caso del Molayoli no es la excepción aunque más allá de su pasión por las bochas Gino estaba presente en cada torneo que se presentare en su camino, sin importar la disciplina deportiva: “Al tener mi padre tenía la concesión del Central Argentino, entonces me anotaba en todo campeonato que había ya sea fútbol, básquet, boxeo”.
Deportista por naturaleza, el nacimiento del “pibe” en el mundo bochófilo viene desde corta edad. Gino asegura que nunca se dio cuenta de sus condiciones de jugador cuando chico pero sí admite la presencia de una persona, que vio más allá de lo evidente: “Recuerdo que tenía 12 años y un día, un señor de apellido Baez me dijo: ‘pibe –de ahí el mote por el cual se lo conoce a Molayoli-, ¿por qué no te dedicas a las bochas?, tenés grandes condiciones’. Ocurría que a la tardecita se juntaba toda la gente de edad y todos se peleaban para jugar conmigo porque siempre fui muy respetuoso (NdR: y por sus condiciones, claro).
Este señor –Baez- me llevó a la Asociación de Bochas que estaba ubicada en la calle General Paz y me afilió. Jugué dos partidos en tercera y me pasaron a segunda. De segunda pase a pre intermedia.
Cuando tenía 14 años, en 1946, se hizo en Río Cuarto un torneo selectivo para ir al Campeonato Argentino de Rafaela: gané el torneo con todos los cracks que había acá, porque era la época de oro de las bochas. Me llevaron a Rafaela de suplente, no me pusieron porque era demasiado chico y se generó una polémica con los delegados de los clubes porque decían que si había ganado el campeonato no entendían porque no me ponían de titular… y todo eso”.

Puede leer la nota completa en la edición impresa de revista Contragolpe de febrero.

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